"En 1810, la palabra 'Argentina' designaba exclusivamente a la Ciudad de Buenos Aires"

“En 1810, la palabra ‘Argentina’ designaba exclusivamente a la Ciudad de Buenos Aires”

26.5.13 > La Gaceta Tucumán

por Irene Benito

Un palacio muy venido a menos aloja al Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani” (Universidad de Buenos Aires -UBA-), el órgano de investigación que José Carlos Chiaramonte dirigió entre 1986 y 2012. El edificio, sin embargo, conserva un no sé qué difícil de precisar: las reminiscencias de un encanto perdido, un pasado de gloria que se descascara con soberbia solemnidad.

Como quiera que sea, el ex Palace Hotel resulta un lugar privilegiado para explorar el pasado. Inaugurado con bombos y platillos en 1906, el establecimiento de lujo recibió en sus aposentos a los invitados especiales de la celebración del Centenario de la Revolución de Mayo. La leyenda indica que allí tuvo su taller el plástico porteño Ernesto de la Cárcova, autor de la obra maestra “Sin pan y sin trabajo” (1893). Pero la crisis de 1930 fundió al hotel y, desde entonces, la propiedad cambió varias veces de manos hasta caer en las de la UBA, que trasladó allí los institutos de su Facultad de Filosofía y Letras.

El palacio deteriorado aporta el clima antiguo -y decadente- a la conversación con el profesor Chiaramonte (1931, Santa Fe), que opina que el 25 de Mayo de 1810 es un hecho significativo que, no obstante, ha sido sobredimensionado. “En aquel momento, la palabra ‘Argentina’ designaba exclusivamente a la Ciudad de Buenos Aires. En todo caso, los porteños usaban esa denominación para referirse al territorio rioplatense dependiente del puerto. Hasta mucho tiempo después, argentino fue sólo el porteño”, matiza. Y explica que con la Revolución de Mayo comienza algo incierto: “muy pocos pensaban entonces en la posibilidad de una independencia total de España. La mayoría aspiraba sólo a una mayor autonomía que aprovechase la debilidad de la corona (Fernando VII había sido desplazado por el bonapartismo), pero sin salirse de ella”.

El autor de “La Ilustración en el Río de la Plata” (1989) advierte que el interregno revolucionario tuvo su cúspide en la Asamblea del Año XIII. En ese cuerpo confluyen la influencia de la Revolución Francesa (1789) y de la Independencia de Estados Unidos (1776). La Asamblea ha sido ensalzada por adoptar decisiones valientes para la época, como el establecimiento de la libertad de vientres, pero Chiaramonte juzga que su actuación fue decepcionante. “La Asamblea se había propuesto establecer un nuevo Estado o nación, que entonces eran sinónimos, pero no llegó a dar una Constitución y, ni siquiera, a hacer una declaración formal de la independencia. Si bien tomó medidas progresivas, estas tuvieron carácter limitado: el decreto de libertad de prensa, por ejemplo, puede ser considerado una reglamentación de la censura. La Asamblea no se atreve a poner punto final a la esclavitud, y se contenta con una libertad de vientres pobre que, luego, fue restringida”, describe.

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